Por Juan Rincón Vanegas
@juanrinconv
Siempre han existido las noticias falsas ahora llamadas Fake news, y en este sentido la música vallenata no se ha salvado, quedando importantes cantos donde se cuentan hechos que en su momento causaron tristezas, lágrimas y después risas.
El círculo de desinformación en el caso del folclor vallenato sucedía porque los juglares salían de corredurías y nadie sabía de ellos, debido a estar parrandeando en distintos pueblos escondidos en la geografía costeña. Las noticias corrían de boca en boca y muchas veces tergiversaban la verdad, surgiendo variedad de canciones.
En este caso se citaran tres para corroborar que el vallenato con su poder de oralidad, sirvió para llevar mensajes contando de muertes, pero los afectados pudieron ver la luz al final del túnel.
Es así como el juglar Abel Antonio Villa conocido como ‘El padre del acordeón’, demoraba cantidad de días “perdido”, hasta que en una ocasión llegó a su casa la noticia de su muerte en El Banco, Magdalena.
Él, sin saber nada y al regresar a su pueblo, Piedras de Moler, Magdalena, se encontró con la sorpresa que desde hacía cinco días estaban rezando por su alma. Sus familiares al verlo llegar se alegraron y de inmediato se olvidaron de los responsos. Entonces, no hubo otra opción sino hacer una canción titulada: ‘La muerte de Abel Antonio’ o ‘Cinco noches de velorio’.
El juglar teniendo los insumos necesarios se sentó, tomó su acordeón fijando su pensamiento en la historia con visos macondianos, diciendo. “La muerte de Abel Antonio en mi tierra la sintieron los muchachos. Fueron cinco noches que me hicieron de velorio, para mis nueve noches todavía me deben cuatro. Pobrecita madre mía, con mi muerte lo mucho que sufriste. Abel Antonio no muere todavía, Abel Antonio muere cuando Dios lo necesite”.
Todo sucedió en el año 1943 y esa canción grabada inicialmente por Guillermo Buitrago, después por Alfredo Gutiérrez, El Binomio de Oro y Carlos Vives, entre otros, lo inmortalizó. A él la muerte le llegó sin derecho a hacerle un nuevo canto, el martes 10 de junio de 2006.
Muerto de risa
De otra parte, Al Rey Vallenato Calixto Ochoa lo conmovió una noticia que recibió donde daban cuenta de la muerte de Alejo Durán. De inmediato escribió unos versos para contar con pelos y señales el hecho triste que enlutaba al folclor.
“Una noticia por la prensa y por la radio puso de duelo casi toda la Nación, al publicar que se había muerto Alejandro, el primer Rey Vallenato que tuvo nuestro folclor. Yo estaba oyendo La Rapsodia Vallenata (Radio Libertad), lo más tranquilo esa mañana en mi hogar, cuando de pronto un silencio en el programa para informarle a Colombia que se había muerto Durán”.
Lleno de tristeza continuó diciendo. “Adiós amigo, adiós colega y compañero, ya te marchaste pa’ toda una eternidad, hoy con tu ausencia dejando el mundo de duelo, pero vive tu recuerdo que jamás se olvidará”.
Después de cantar varios versos hizo una pausa y procedió a realizar una llamada telefónica a Planeta Rica, Córdoba, lugar donde vivía Alejo Durán. Al otro lado de la línea y después de indagar sobre aquel acontecimiento, le contestaron. ”Alejo Durán si está muerto, pero de risa”. Todo terminó en alegría porque la noticia era falsa, pero ya la canción estaba hecha y se grabó en el año 1973.
Tiempo después Calixto y Alejo se encontraron celebrando que estuviera vivo, y con su pedazo de acordeón luciéndole en el pecho. Alejo Durán murió el miércoles 15 de noviembre de 1989.
La calumnia
El juglar Enrique Díaz Tovar también traspasó la barrera de la muerte estando vivo, por aquello que consideró como una “Calumnia”, haciéndole un canto a ese hecho triste, pero después con visos de alegría que grabó en el año 1973.
“En Polo Nuevo y en El Difícil lamentaron y que Enrique Díaz, lo habían matado en Astrea, y por la Radio Libertad fue que anunciaron, que el muchacho era muerto y le dieron tres balazos”. Ese hecho así contado se regó de pueblo en pueblo y las lágrimas no se pudieron esconder.
Enrique sabiendo la dimensión de la noticia continuó cantando. “Lloraban mis padres y lo mismo mis hermanas, cuando esta noticia loca se regó en María La Baja. La gente lengua larga levantó la calumnia. A mí no me han matado, ni esto conmigo tampoco sucede. Donde quiero llego nada más se oye la bulla, que toque el negrito es lo que mi público quiere”. El juglar Enrique Díaz, murió el jueves 18 de septiembre de 2014, dejando toda una historia musical y sus frases sinceras. “Yo no ensayo para no tocar gratis” y “Yo no vivo de aplausos porque eso no dá pal’ mercado”. También se destacó con su famosa piqueria con Rúgero Suárez.
Claro que Enrique Díaz, también grabó una canción del compositor José Rafael Valencia de Ávila, llamada ‘La caja negra’, donde se narra con claridad. “El hombre que trabaja y bebe, déjenlo goza’ la vida, y que eso es lo que se lleva si tarde o temprano muere. Ay, después de la caja negra compadre, creo que más nada se lleve”.
Siniestro de Ovejas
En la historia de la música vallenata se han narrado hechos reales, siendo uno de los más destacados ‘El siniestro de Ovejas’ del acordeonero y compositor Carlos Araque Mieles, hecho sucedido el miércoles primero de febrero de 1950, donde murieron 30 personas las cuales viajaban en una chiva de nombre ‘Cubita’, que se volcó e incendió en la vía que de Sincelejo comunica a esa población sucreña.
Con el desconsuelo más grande por el fallecimiento de sus paisanos y amigos, cantó. “Ay en el siniestro de Ovejas, hasta los santos lloraron, de recuerdo solo quedan, aquellos que se quemaron. Donde estaba Carlos, donde estaba Araque, lleno de tristeza por esa tragedia”.
La mencionada obra musical fue grabada en el año 1970 por Los Hermanos López y la voz de Jorge Oñate.
Los cantos sobre el tema son frecuentes porque morirse se produce en un instante y no duele. Solamente es un desvanecimiento eterno.