Crónica
Por Juan Rincón Vanegas
@juanrinconv
Hace 13 años, 26 de agosto de 2011, murió el juglar nacido en Guacoche, jurisdicción de Valledupar, teniendo la impronta de ser el único que dejaba su huella antes de poner el pie. De esta manera, cuando a Lorenzo Miguel Morales Herrera lo sacudía la inspiración, tomaba su acordeón y cantaba. Luego, que la tenía regada en su memoria, cogía una hoja de papel y escribía poco a poco.
“Estudié poco y no fuí un dechado en el castellano. En mi tierra mi profesor fue Enrique Bracho, pero al poco tiempo se casó, dejándome iniciado en la enseñanza. Se fue, y de ahí en adelante medio miraba el diccionario, por eso nunca me equivoqué con el significado de las palabras”, fue su clara explicación.
Donde si estuvo con el oído parado y los dedos rápidos fue al su hermano Agustín Gutiérrez Morales, darle clases en el acordeón. Enseguida notó que tenía vocación y se fue solito hasta escribir su propia historia. Relataba que pasaba horas y horas tocando, hasta que pudo sacarle buenas notas con las canciones de esa época.
Sobre la influencia del acordeón que era la mejor táctica para enamorar, anotó. “Eso me ayudó para la conquista de encantadoras mujeres a las que les regalé canciones. La primera se la dediqué a mi primera novia, mujer hermosa Se llamaba Paulina Calvo con quien tuve mi primer hijo de nombre Miguel Morales Calvo”.
Desde ese instante, las canciones con nombre de mujer se convirtieron en su carta de presentación porque eran bellos piropos cantados. Alguna vez el juglar se puso a sacar la cuenta, y su mente no encontró el número exacto. “Con ellas salí bien librado porque a las mujeres las idolatré y donde ponía el ojo, casi nunca fallaba”.
A Moralito nunca se le olvidaron sus hazañas. Recordaba con precisión algunos recorridos que hacía en burro por pueblos y caseríos llevando su mensaje musical, teniendo como cómplice a su acordeón. Al preguntarle sobre alguna mujer que lo rechazó, indicó. “Una mujer de Patillal me tenía loco haciendo yo lo habido y por haber para conquistarla, pero nada de nada, quedando solamente una canción. Ella me trataba de mujeriego y se puso tan brava que me tocó coger el camino y no volver”.
Entonces recordó la canción ‘El tormento’. “Tengo una morenita que me tiene atormentado, pero yo por sus caricias quisiera vivir a su lado. He visto llorar a los hombres y matarse por un amor, en vez de buscar remedio que es el camino mejor”.
El juglar más viejo del vallenato, al que se le fugó la vida a los 97 años y dos meses, era un auténtico campesino que cultivaba cantos en su largo recorrido por el Magdalena Grande, hasta por el paso de los años atesorar añoranzas las que narraba con precisión.
También solía expresar su pensamiento con una autenticidad inigualable, y nunca se le quedó callado a Emiliano Zuleta Baquero, antes y después que él hiciera la composición de ‘La gota fría’, considerado el vallenato más escuchado en el mundo, teniendo 269 versiones.
Conceptos de Moralito
En las distintas entrevistas entregó sus conceptos que le dieron la mayor importancia a ‘El gigante de Guacoche’, un hombre que no solamente dejó la huella, sino distintos cantos que son el testimonio de su fortaleza musical.
1.- “Tuve mis tiempos de apogeo. Nunca perdí la rutina y eso fue vital.. Un acordeonero, cantante y compositor era rey en esa época, y la mayoría de mis canciones las hacía para agradar a las mujeres y lo que sucedía en mi entorno”.
2.- “El amor es como el combustible que se mete en el pecho y quema hasta el alma. Es una fuerza que no tiene contención hasta que logra llegar al cauce del corazón. Nadie muere por amor, y solamente sucede en las canciones y en las novelas”.
3.- “Las mujeres son la esencia de la tierra y el alimento para el amor. El mundo sin mujeres hubiera sido un desastre. Claro, que todo tiene su tiempo, porque al día se le acaban las horas, los minutos y los segundos, a los ríos les pasa la creciente y los momentos de ayer quedan dibujados en el álbum del recuerdo”.
4.- “Nunca olvido esos viejos tiempos. Había abundancia de alimentos, pero ya la cuchara está alta y no hay toldo para tanta gente. Todo ha cambiado de tal manera que el respeto y la prudencia pasaron a segundo plano, y la violencia toca en todas las puertas”.
5.- “La creación del Festival de la Leyenda Vallenata, con la amiga que nunca olvidamos Consuelo Araújo, el doctor Alfonso López y el maestro Rafael Escalona, fue vital para que todos fuéramos conocidos y alcanzáramos los honores que hemos recibido. De esta manera, los cantantes, compositores, acordeoneros, cajeros, guacharaqueros, guitarristas y demás músicos, han sido la base fundamental para llegar a conseguir muchos premios, y que en nuestra época consistían en aplausos, ron, comida, mujeres y poca plata”.
6.- “La canción ‘Carmen Bracho’, fue un episodio bonito porque pude cantarle al ser más bello sobre la tierra, la mujer, pero la verdad es que mi eterno romance siempre fue con la música vallenata. Esos recorridos en burro y las parrandas inolvidables por pueblos conocidos y desconocidos, fue algo que me marcó. Las historias de los pueblos fueron la base de mi inspiración”.
7.- “Mi nombre y mi obra son universales. He sido un abanderado de la música vallenata, y era en el tiempo en que las canciones no valían nada, ahora valen millones y casi no dicen nada. Comprendo que son otros tiempos y hay que aceptarlo”.
8.- “Dejé de tocar el acordeón el 30 de octubre de 2005, día en que murió mi compadre Emiliano Zuleta Baquero, a quien le hice esa promesa. Nosotros hicimos historia y también nos echamos vainas en las canciones”.
Así era el juglar Lorenzo Miguel Morales Herrera, quien muy bien lo dijo en su canto ‘El errante’. “Tengo que vivir errante en la vida, por tu amor que me ha causado demencia, por eso es que el corazón me titila, yo sé que la criminal es la ausencia”…