En el bullicioso barrio de Prado Veraniego, un oasis de serenidad y sabor aguarda: Kinjo. Este restaurante, cuyo nombre significa “barrio” en japonés, ofrece un refugio cálido y acogedor que contrasta maravillosamente con el ritmo frenético del entorno. Al cruzar la puerta de vidrio de Kinjo, uno se sumerge en un espacio que no solo cautiva visualmente, sino que también envuelve los sentidos en una sinfonía de aromas tentadores, prometiendo una experiencia gastronómica inolvidable.
El ambiente en Kinjo es el escenario perfecto para una comida en familia, donde cada miembro puede disfrutar y compartir platos que combinan la elegancia de la cocina asiática con un toque de calidez latinoamericana. Aquí, la historia milenaria de la cocina asiática se manifiesta en cada bocado, desde los sofisticados sabores del sushi japonés hasta la profunda riqueza del Bibimbap coreano. Cada plato es una celebración de tradición y pasión, convirtiendo cada comida en una ocasión especial para todos.
Mientras saboreo el Bibimbap, un plato coreano vibrante con su arcoíris de verduras frescas, arroz y carne, me siento transportado a las bulliciosas calles de Seúl, donde la comida es una verdadera celebración. Este plato, equilibrado a la perfección entre sabores y texturas, no solo despierta mis sentidos, sino que también me invita a compartir su delicia con quienes me rodean. María Alejandra León, fundadora de Kinjo, lo expresa con orgullo: “La idea es que desde los más chiquitos hasta los más grandes puedan disfrutar de nuestra comida”. Y efectivamente, el Bibimbap se convierte en un punto de unión, un plato que todos disfrutan y aprecian juntos.
Los tacos nikkei, con su fusión entre las tradiciones japonesas y peruanas, ofrecen otra experiencia compartida inigualable. La frescura del pescado crudo combinada con las intensas notas de las salsas peruanas crea una explosión de sabores que celebra la mezcla de culturas y hace que cada bocado sea un descubrimiento nuevo. Estos platos, tanto el Bibimbap como los tacos nikkei, destacan por su calidad y creatividad, reflejando la habilidad de Kinjo para transformar la tradición en una experiencia gastronómica moderna y vibrante, ideal para disfrutar en compañía.
La historia de la cocina asiática es un viaje de exploración y adaptación, y Kinjo rinde homenaje a esta rica herencia con un toque innovador. “Queríamos mostrar comida asiática de alta calidad, bien preparada con los mejores ingredientes”, afirma María Alejandra. Este compromiso se traduce en platos que respetan las raíces y celebran la innovación, convirtiendo cada comida en un evento que une a la familia en torno a la mesa.
Con su decoración que fusiona elementos contemporáneos y tradicionales, y una barra de teppanyaki que añade un toque interactivo, Kinjo ofrece una experiencia culinaria que es tanto moderna como acogedora. En este rincón del Prado Veraniego, el restaurante se erige como un santuario de sabores y tranquilidad, donde cada comida se convierte en una celebración de la fusión cultural y el disfrute compartido.
Degustar en Kinjo es mucho más que simplemente comer; es una experiencia que permite a las familias embarcarse en un viaje a través de la historia y la cultura, haciendo que el vasto continente asiático se sienta como en casa en el corazón de Bogotá. Aquí, entre la vibrante energía del barrio y la paz que se encuentra en su interior, cada visita es una oportunidad para compartir y disfrutar de una deliciosa cocina que une a todos.
Por: Carlos Amaya