Un Viaje al Corazón de La Guajira: Un Itinerario Inolvidable
El sol se alza en el horizonte, bañando con sus rayos dorados la vasta llanura que se extiende hasta donde la vista alcanza. La Guajira, esa tierra desértica y salvaje en el extremo norte de Colombia, me esperaba con sus paisajes incomparables, sus tradiciones milenarias y una hospitalidad que esconde las raíces más profundas de su gente, los Wayuu. A continuación, relato mi experiencia en este viaje único por esta región que me dejó sin palabras.
Un Encuentro con los Flamencos y la Historia de Riohacha
El viaje comenzó en Riohacha, la capital de La Guajira, un lugar que ha sido testigo de múltiples culturas, desde los indígenas Wayuu hasta los colonos españoles. Esta ciudad costera, ubicada entre el desierto y el mar Caribe, ofrece una fusión de paisajes áridos y costa tropical, algo que la hace especial para los viajeros que buscan disfrutar de la historia y la cultura local, junto a la belleza natural.
Recibí una cálida bienvenida en el aeropuerto de Riohacha, y enseguida fui trasladado hacia Camarones, un pequeño pueblo que forma parte de la red de destinos turísticos emergentes en La Guajira. En Camarones, la Laguna Navío Quebrado se convierte en un santuario para aves, especialmente los flamencos rosados, que pueden verse a lo largo de todo el año. Esta es una de las principales actividades turísticas en la región, donde los viajeros pueden disfrutar de paseos en canoa, observando la flora y fauna autóctona con la guía de expertos locales Wayuu.
La tarde se dedicó a un city tour por Riohacha, recorriendo sus calles y visitando la famosa Plaza Almirante Padilla, el muelle, y la iglesia de Nuestra Señora de los Remedios. La ciudad se caracteriza por su vibrante cultura, influenciada por los colonos españoles, pero también por su legado Wayuu, cuya presencia se siente en cada rincón.
Conexión con la Naturaleza y Cultura en Carraipía y Maicao
El siguiente día me llevó a Carraipía, en los Montes de Oca, una región montañosa conocida por sus paisajes impresionantes y su biodiversidad. El río Jordán, que atraviesa esta zona, es un lugar perfecto para hacer caminatas ecoturísticas, una actividad que ha ganado popularidad en los últimos años. Durante nuestra caminata, guiados por campesinos locales, aprendí sobre la flora y fauna de la región, y sobre las cascadas que adornan el paisaje. Carraipía es uno de esos lugares en La Guajira donde la conexión con la naturaleza es absoluta y la experiencia del ecoturismo se siente en cada paso.
Más tarde, el viaje me llevó a Maicao, una ciudad famosa por su rica diversidad cultural. En Maicao, el influjo árabe es muy evidente, especialmente en la arquitectura y la gastronomía. Esta ciudad es el punto de encuentro de diversas culturas, pero la comunidad libanesa tiene una huella profunda en el comercio y la vida cotidiana. Visitar la mezquita “Omar Ibn Al Jattab”, la tercera más grande de Suramérica, fue una experiencia única que añadió una nueva capa de diversidad cultural a mi viaje por La Guajira.
Dunas, Mar y el Norte Extremo de Colombia
El tercer día marcó el inicio de la aventura más extrema del viaje: el viaje hacia el norte, a Taroa y Punta Gallinas, el punto más septentrional de Colombia y de toda América del Sur. Esta zona, conocida por sus imponentes dunas, sus paisajes áridos y su mar en calma, es un destino obligado para los turistas que buscan explorar los límites de Colombia. El camino hacia las Dunas de Taroa, rodeado de un paisaje árido y accidentado, me mostró la verdadera esencia de La Guajira, donde el desierto se encuentra con el mar. Las dunas de Taroa, que ofrecen vistas espectaculares y la posibilidad de practicar sandboard, son uno de los destinos más emblemáticos para los turistas aventureros.
La jornada continuó en Punta Gallinas, un lugar de belleza surrealista, donde el faro de Punta Gallinas marca el fin de la tierra, justo donde las aguas del Caribe se encuentran con las arenas del desierto. Este faro se ha convertido en un símbolo de la región y un punto de peregrinaje para los viajeros que buscan el contacto directo con la naturaleza en su forma más pura.
La tarde se dedicó a un recorrido por los manglares de la zona y a participar en actividades de reforestación, una práctica que busca preservar los ecosistemas frágiles de esta región. El atardecer en Punta Aguja, con su vista impresionante del océano y el desierto, marcó el final perfecto para un día de exploración.
La Magia de la Playa Bahía Honda y Cabo de la Vela
El cuarto día comenzó con un día relajado en Bahía Honda, una playa alejada del bullicio de los destinos más turísticos. La playa de Bahía Honda es un pequeño paraíso escondido, donde las aguas turquesas invitan al descanso y la tranquilidad. En las últimas décadas, este lugar ha comenzado a recibir más visitantes gracias a su belleza natural, pero aún conserva esa paz que solo los rincones más apartados pueden ofrecer.
Luego, nos dirigimos al Cabo de la Vela, uno de los puntos más importantes en la cultura Wayuu. El Cabo es famoso no solo por su belleza natural, sino también por su significancia espiritual para los Wayuu. Allí, el Faro del Cabo de la Vela es una de las principales atracciones turísticas, junto con el pilón de azúcar, y la Playa Ojo de Agua, con sus aguas cristalinas, el cual es el lugar perfecto para relajarse. La tarde se cerró con una experiencia única en la ranchería de Utta, donde una charla sobre los mitos y leyendas de la cultura Wayuu me sumergió aún más en la cosmovisión de este pueblo ancestral.
Las Minas de Sal de Manaure y las Playas de Mayapo
El quinto día me llevó a Manaure, una de las poblaciones más conocidas por su producción de sal, un recurso que ha sido vital para la comunidad Wayuu durante siglos. Las Salinas de Sal de Manaure son un ejemplo claro de cómo el ecoturismo puede integrarse con el trabajo y la tradición local. El conversatorio sobre el proceso de extracción de sal en las charcas, guiado por los propios Wayuu, fue una lección de sostenibilidad y trabajo comunitario.
La tarde se dedicó a un relax en las playas de Mayapo, un lugar paradisíaco aún poco explorado por el turismo masivo. Allí tuvimos el placer de conocer un joven hotel el Aiwa, encanto que solo se puede describir al conocerlo, ideal para aquellas personas que buscan la tranquilidad, ya que cuenta con unas playas exuberantes y bellas. Mayapo es un destino emergente que, con sus aguas cálidas y su ambiente relajado, está ganando popularidad entre los turistas que buscan un rincón tranquilo en el Caribe colombiano.
La Guajira: Sabores Inolvidables
La gastronomía de La Guajira es un viaje de sabores únicos que refleja la riqueza cultural de la región, y tuvimos la oportunidad de probar algunos de sus mejores platos. En Riohacha, el restaurante Casa del Marisco nos ofreció una experiencia deliciosa. En Maicao, el Restaurante El Oriental se destacó con su exquisita comida árabe, un contraste de sabores que refleja la diversidad cultural de esta zona. En Punta Gallinas, la Posada Luz Mila nos sorprendió con una langosta fresca de la región, un manjar que se deshace en la boca. Por su parte, en el Hotel Aiwa, la gastronomía de alto nivel nos deleitó con un menú exquisito que incluyó risotto de langosta baby, mangusi marinero, pescado desconstruido, pechuga coconut y el Aiwa Burger, una propuesta innovadora y deliciosa. Entre otros platos destacados de la región están el pargo, el chivo friche, plato tradicional de la cultura Wayuu, y un arroz con camarones que sin duda se ganaron un lugar en mi memoria culinaria.
La oferta hotelera también es impresionante, con lugares como el Hotel Waya de la cadena Oxohotel, que ofrece un confort excepcional, y las rancherías, como la Posada Luz Mila en Punta Gallinas y la Ranchería de Utta en el Cabo de la Vela, que brindan una experiencia auténtica y lujosa en medio de la belleza desértica de La Guajira. Sin duda, La Guajira es un destino donde el lujo y la naturaleza se encuentran para ofrecer una experiencia completa e inolvidable.
Regreso a Casa con el Corazón Lleno de Guajira
El último día de este viaje me permitió reflexionar sobre la diversidad de paisajes y culturas que componen La Guajira. Desde sus imponentes desiertos hasta sus playas paradisíacas, desde la calidez de los Wayuu hasta la influencia de otras culturas, La Guajira es una región que me dejó una huella imborrable.
Al tomar el vuelo de regreso, recordé cada rincón de este territorio único, y cómo el turismo en La Guajira se está transformando para ofrecer experiencias auténticas, sostenibles y profundamente conectadas con las tradiciones locales. Como siempre comento en Turismo Súper TV, «La Guajira es un destino que no solo se visita, sino que se vive con cada paso, con cada historia, con cada paisaje».
Antes de concluir mi relato, quiero tomar un momento para expresar mi más sincero agradecimiento a todas las personas e instituciones que hicieron posible este viaje tan especial. A Kaishi Travel, por ser los organizadores impecables que hicieron de cada día una experiencia inolvidable, y a Fontur, por su constante apoyo en el impulso del turismo responsable y sostenible en Colombia. Mi gratitud también se extiende a los guías profesionales, quienes con su vasto conocimiento y pasión por la región, nos abrieron las puertas a los secretos más profundos de La Guajira, guiándonos con respeto y dedicación en cada rincón del camino. No puedo dejar de agradecer a la cultura Wayuu, que nos recibió con los brazos abiertos, brindándonos su calidez, sabiduría ancestral y hospitalidad única. Fue su empatía y generosidad las que nos permitieron adentrarnos en su mundo, compartiendo con nosotros la esencia de un pueblo que, aunque orgulloso de su tradición, es también acogedor y abierto al que llega con respeto. Gracias a ellos, pudimos llevarnos no solo los paisajes y recuerdos de este destino, sino un «sabor guajiro» que, sin duda, se lleva en la sangre y en el corazón. Este viaje fue mucho más que una simple travesía; fue una conexión profunda con la tierra, las personas y las historias de La Guajira, y por eso, siempre estaré agradecido.
Así terminó este viaje, un recorrido por el alma misma de Colombia. El País de la Belleza.
Por: Carlos Amaya – Periodista de Viajes
Fotografías de mi autoría.